jueves, 9 de octubre de 2014

Safo de Lesbos

Safo de Lesbos

Es la primera compositora que menciona la historia. También es considerada la mejor poetisa de la antiguedad y sus valores poéticos fueron reconocidos ya en su época.
Nació  en Eresó, una de las cinco ciudades principales de la isla de Lesbos, en el mar Egeo, en el año 600 a.C. 
Su familia era noble, su padre comerciaba el vino.
Tanto platón como aristóteles la han mencionado entre alabanzas.
Su descripción cambia según quien la haga pero, en datos generales, era menuda y de piel oscura. Algunos la califican como "hermosa" y otros como "horrenda".

 Trabajaba como maestra. El espacio en donde enseñaba se conocía como Thíasos. A partir de sus poemas se suele deducir que Safo se enamoraba de sus discípulas y mantenía relaciones con muchas de ellas.


Fundó en su isla natal una academia para mujeres jóvenes consagrada a la Diosa Afrodita, a quien dedicó emotivos poemas, era la Diosa de la belleza, del amor y de la vida universal. Reconocemos en su obra por tanto un panteísmo nada disimulado.

Interpretaba sus creaciones tañendo su bárbito, un instrumento musical algo más grande que la lira.


Utilizó el dístico, las estrofas de tres o cuatro versos, y combinó diferentes metros, uno de los cuales lleva su nombre. Gran parte de su obra se perdió poco después de su muerte, rescatándose algunos versos que nos llegan tras censuras y traducciones del dialecto eolio original. Hacia los siglos III a I a. C., se rescató parte de su poesía, que se recogió en diez volúmenes: nueve de verso lírico y uno de verso elegíaco. Se conservaron copias de ellos hasta la Edad Media, en cuya oscuridad acabarían desapareciendo. Durante el siglo XI, sólo encontraremos fragmentos de la obra de Safo en las citas de algunos escritores.
La poesía de Safo se caracteriza por la exquisita belleza de su dicción, su perfección formal, su intensidad y su emoción, odas de calidad sublime y de incomparablemente sincera expresión. Su principal fuente de inspiración fueron los motivos locales y personales, predominaban en ella los epitalamios o cantos de himeneo y las canciones de tema religioso o pasional.
Su obra es brillante, fresca y explícita. La obra de una mujer sin igual, la obra de Safo de Lesbos.



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